Europa vive hoy uno de los eventos climáticos más extremos de su historia reciente. Una ola de frío polar, catalogada como la más intensa desde 1985, afecta a más de doce países con temperaturas que han descendido hasta los –28°C en zonas rurales de Alemania y –22°C en el sur de Francia, generando un escenario crítico para millones de personas.
Las principales ciudades europeas enfrentan un colapso logístico sin precedentes en décadas. Más de 3.200 vuelos han sido cancelados en aeropuertos estratégicos como Fráncfort, París Charles de Gaulle, Londres-Heathrow y Estambul. La nieve acumulada, el congelamiento de pistas y los vientos de hasta 90 km/h obligaron a suspender operaciones aéreas y ferroviarias. Las carreteras se mantienen con tráfico restringido en Francia, Polonia, República Checa y Suiza.
El sistema eléctrico también está bajo presión. Francia, país con una de las mayores redes de calefacción eléctrica del continente, registró el mayor consumo energético en la última década, poniendo al límite la capacidad de generación. El Gobierno francés activó su protocolo de emergencia, que contempla importación energética desde España y Alemania, priorización para centros de salud y restricciones temporales para industrias.
En Reino Unido, la situación empeoró tras el cierre de varias autopistas congeladas y la suspensión temporal del transporte escolar en zonas de Escocia y el norte de Inglaterra. Asimismo, miles de hogares experimentan cortes intermitentes de electricidad debido a la saturación de transformadores que no estaban diseñados para temperaturas tan bajas.
La Organización Meteorológica Mundial advirtió que el fenómeno podría extenderse por al menos 10 días adicionales, debido a un bloqueo atmosférico de origen ártico que mantiene las masas de aire frío atrapadas sobre el continente. Científicos del Centro Europeo de Climatología explican que estas variaciones extremas “son compatibles con un patrón climático global altamente inestable”, donde las corrientes de chorro se desplazan de forma irregular.
Los gobiernos europeos han desplegado refugios temporales para personas sin hogar, operativos de emergencia en hospitales y calefacción comunitaria para adultos mayores. Alemania y Austria reforzaron sus sistemas de salud luego de registrar un aumento de consultas por hipotermia, caída en vías públicas y accidentes de tránsito.
A pesar del caos, algunos países han destacado el trabajo coordinado entre agencias climáticas, autoridades energéticas y organismos de emergencia. Sin embargo, expertos advierten que Europa deberá rediseñar su infraestructura para enfrentar un futuro donde olas de calor extremo y frío polar podrían alternarse con frecuencia creciente debido al cambio climático global.
