Un día como hoy, hace 56 años, la capital comenzaba su transformación más radical. La construcción de la Línea 1 del Metro, iniciada en 1969, no solo fue un desafío de ingeniería sin precedentes en Chile, sino el nacimiento de la modernidad urbana en el país.
El 29 de mayo de 1969 marcó el inicio de una era para Santiago. Ese día, bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva, comenzaron oficialmente las obras de la Línea 1 del Metro. Fue el “vamos” a un proyecto que llevaba décadas en discusión y que prometía solucionar el creciente caos vial de una ciudad que se expandía rápidamente.
La decisión fue valiente y disruptiva: construir el tramo inicial entre San Pablo y La Moneda utilizando principalmente el método de “trinchera abierta” o “tajo abierto”.
La “Herida Abierta” de la Alameda
Los santiaguinos de principios de los 70 presenciaron cómo su principal arteria, la Alameda Bernardo O’Higgins, era literalmente partida en dos. Una gigantesca zanja se abrió paso desde la Estación Central hacia el centro cívico, convirtiendo el paisaje urbano en un escenario de grúas, tierra y desvíos.
Esta “herida abierta” fue el costo visible de la modernidad. El método, aunque efectivo, generó enormes desafíos logísticos. Documentos de la época, como los del “Proyecto Metro de Santiago” de la Dirección General de Obras Públicas, detallan la complejidad de desviar servicios básicos (agua, electricidad, gas) sin paralizar la ciudad.
Un Desafío Tecnológico y Social
La construcción de la Línea 1 no solo fue un reto de ingeniería civil, sino también tecnológico. Chile se convertía en el tercer país de Sudamérica, después de Argentina y Brasil, en adoptar un sistema de tren subterráneo.
Una de las innovaciones más significativas fue la adopción de trenes con neumáticos de goma, una tecnología de origen francés (similar a la del Metro de París) que prometía un viaje más suave, menos ruidoso y con mejor capacidad de frenado.
La expectación social era inmensa. Los ciudadanos observaban con asombro la magnitud de la obra. Ingenieros relatan que durante el montaje de las grandes vigas de hormigón sobre la zanja, cientos de personas se reunían a mirar “el espectáculo”, como si se tratara de un evento público.
La Inauguración: El Comienzo de la Red
Tras seis años de intensos trabajos, que incluyeron complejos momentos políticos y sociales en el país, el sueño se materializó.
El 15 de septiembre de 1975, ya bajo el régimen militar, se inauguró oficialmente el primer tramo operativo: 8,3 kilómetros que conectaban San Pablo con La Moneda. Los primeros pasajeros, según crónicas de la época, no solo viajaban por necesidad; muchos iban a “pasear”, a maravillarse con las escaleras mecánicas (una novedad para muchos) y a experimentar la sensación de viajar bajo tierra en vagones limpios y modernos.
Este primer tramo fue solo el comienzo. La Línea 1 continuaría su expansión hacia el oriente:
- 1977: Se extiende hasta la estación Salvador.
- 1980: Llega a Escuela Militar.
- 2010: Alcanza su terminal actual en Los Dominicos.
Hoy, más de medio siglo después de esa primera palada, la Línea 1 sigue siendo la columna vertebral del transporte capitalino. La “herida” que dividió la Alameda en 1969 se convirtió en la sutura que conectó el oriente y el poniente, cambiando para siempre la forma en que millones de santiaguinos viven y se mueven por su ciudad.
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