Fecha: Octubre 2025 — Redacción Tecnología Internacional
Un paso histórico ha sido dado este mes: alrededor de 60 países se disponen a firmar un nuevo tratado internacional sobre ciberdelitos en la ciudad de Hanoi, Vietnam. El acuerdo, que entrará en vigor tras la ratificación por 40 Estados, representa uno de los marcos legales más amplios jamás adoptados para combatir el delito digital transfronterizo, desde el phishing y ransomware hasta el tráfico en línea y el discurso de odio. Reuters
La iniciativa surge en un momento en que la economía global pierde billones de dólares anuales por delitos perpetrados mediante redes digitales y sistemas de información vulnerables. Según el secretario general de la United Nations, António Guterres, “el ciberespacio se ha vuelto terreno fértil para los criminales… cada día estafas sofisticadas defraudan familias, roban medios de vida y vacían economías”. Reuters
¿Qué contiene el tratado?
Este acuerdo incluye varias obligaciones clave para los signatarios: una mejor cooperación internacional en materia de intercambio de información, asistencia mutua entre agencias de seguridad, adopción de marcos legales nacionales armonizados y creación de mecanismos para proteger los derechos humanos en contextos digitales. Asimismo, los Estados se comprometen a fortalecer capacidades de investigación forense digital, protección de infraestructura crítica y a cooperar en la persecución de delitos complejos.
No obstante, el tratado enfrenta críticas por parte de organizaciones de derechos digitales y empresas tecnológicas —como Meta Platforms y Microsoft Corporation— que lo califican de “tratado de vigilancia”, por considerar que su lenguaje podría permitir el uso gubernamental excesivo de vigilancia o criminalizar prácticas de hacking ético. Reuters
¿Por qué importa para la tecnología global?
La firma de este pacto marca varios hitos para el ecosistema tecnológico internacional:
- Refuerza el reconocimiento de que los ciberdelitos ya no pueden abordarse únicamente a nivel nacional: la naturaleza distribuida de internet exige respuestas multilaterales.
- Podría acelerar la adopción de estándares globales de cooperación, intercambio de datos de amenazas, y mejores prácticas de ciberdefensa.
- Pone a prueba la tensión entre seguridad nacional, privacidad y derechos humanos: los gobiernos adquieren más herramientas, pero también se les exige mayor transparencia y rendición de cuentas.
- Establece un precedente para futuras regulaciones tecnológicas transnacionales, en la era en que los datos –y los ataques digitales– cruzan fronteras sin control.
Retos en su implementación
A pesar de su importancia, el tratado enfrenta varios desafíos para que sus efectos sean reales:
- La ratificación y adopción domestica tardarán meses o incluso años en muchos países.
- Algunos países que sufrirían mayores amenazas digitales tienen recursos limitados para adaptarse, lo que puede generar brechas en la participación efectiva.
- Las garantías de derechos humanos, especialmente en países con historial de vigilancia estatal o censura en línea, generan preocupaciones sobre el uso del tratado para reforzar herramientas de control más que de protección.
- La tecnología evoluciona rápidamente: los marcos legales siempre quedarán un paso atrás. Adaptarse sin generar lagunas es un reto permanente.
¿Y América Latina?
Para la región, la firma del tratado abre la puerta a mayores estándares de cooperación, el fortalecimiento de la infraestructura legal contra la ciberdelincuencia, y la posibilidad de integrarse mejor a redes globales de intercambio de inteligencia digital. Los países latinoamericanos, incluido Chile, pueden beneficiarse si aprovechan la ocasión para actualizar su legislación, mejorar su capacitación técnica y reforzar sus instituciones de ciberseguridad.
Conclusión
La firma del nuevo tratado global contra ciberdelitos en Hanoi puede marcar un antes y un después en la gobernanza del ciberespacio. No se trata solo de un acuerdo diplomático, sino de un marco legal estructurante de cómo se combate hoy lo digital transnacional.
En un mundo cada vez más conectado, donde el delito no respeta fronteras, la cooperación internacional deja de ser opcional: es imprescindible.
El desafío ahora es convertir este compromiso en acción concreta, eficaz y respetuosa de los derechos humanos.
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